No me digáis que no toca las narices que todos los pasajeros de un vagón de ferrocarril se vean obligados a escuchar la música del móvil de un impresentable.
Evidentemente no somos nórdicos sino españoles. Aquí triunfa la cultura del ruido. Hay impunidad para los que van por la calle con el chunda-chunda hortera del coche o para los que van con la moto jorobando el descanso a los demás o para los que hacen botellón y lo ponen todo perdido y no dejan dormir a los vecinos. A mí me parece una vergüenza.
4 comentarios:
Evidentemente no somos nórdicos sino españoles. Aquí triunfa la cultura del ruido. Hay impunidad para los que van por la calle con el chunda-chunda hortera del coche o para los que van con la moto jorobando el descanso a los demás o para los que hacen botellón y lo ponen todo perdido y no dejan dormir a los vecinos.
A mí me parece una vergüenza.
Sí, en un país donde hay 250 chicles por metro cuadrado pegados en el suelo no creo que tenga proyección de cambiar en estos menesteres.
Yo no lo aguanto. Ni las conversaciones telefónicas compartidas a toda mecha. Opino como Cayetano.
Vergonzoso, ciertamente.
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