
Cuando llega mayo y junio, ciertas aulas por su orientación, parecen un infierno. No por la actitud de algunos chavales (que también) sino por las temperaturas que se alcanzan en ellas.
En ocasiones, estas temperaturas se suman a una clase anterior de gimnasia o al mismísimo recreo y, entonces, el ambientillo formado por todos (yo me incluyo) es, digámoslo así, contundente.
Otro factor desestabilizante del fenómeno es la "sana" costumbre de algunas personicas a hacer oídos sordos del rumor del agua de la ducha, del olor reconfortante del desodorante, de la frescura del agua de colonia...
¿Por qué digo "sana"? Porque algunos de mis alumnos, "obviamente" han leído el
Tesoro de la lengua castellana (1611)
de Covarrubias que decía:
El uso de los baños relaxa las fuerças y buelve a los hombres floxos y covardes... El rey don Alonso preguntó por la causa de haber perdido los suyos ferocidad y valentía y le certificaron que estavan estragados con el ocio y el regalo, y que particularmente los baños les tenían enervados y sin fuerças y mandó derrocar todos los baños.
Así que ya podemos intuir porque algunos pupilos son tan feroces y, por tanto, servirían muy bien en los Tercios de Flandes, en la conquista del Imperio Inca o en la toma de Granada.